domingo, 5 de diciembre de 2010

Azúcar: donde menos te la esperas

La elevada ingesta de azúcar, aunque no lo creamos, no depende de nosotros en muchas ocasiones. Si bien es cierto que somos conscientes del azúcar refinada que tomamos (la que echamos al café o a la leche, incluyendo el azúcar moreno) o de los dulces que nos comemos, muchos otros alimentos contienen azúcar sin que lo sospechemos. La mayor parte de lo que comemos tiene azúcar añadida. Los embutidos, las conservas, los platos preparados, hasta las carnes picadas que compramos en muchos supermercados ya envasadas la contienen (las etiquetas nutricionales nos lo demuestran).
En cualquier caso las cantidades que aparecen en estos alimentos son insignificantes (aunque no deben despreciarse) comparadas con las que ingerimos cada día en dulces, bollos o bebidas refrescantes entre otras. El azúcar en exceso nos lleva invariablemente a la obesidad, con las consecuencias que ya hemos mencionado: enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión, etc. También aumentan las posibilidades de que aparezcan caries dentales. Las alternativas son sencillas: no olvidemos que las frutas, por ejemplo, tienen azúcares naturales (fructosa entre otras) y que los alimentos de por sí no necesitan ser edulcorados si nos acostumbramos a saborearlos tal como son. Debemos hacer del consumo de azúcar una excepción, no una norma.

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